Durante siglos hemos relacionado la saliva con el hambre y las ganas de comer, quizás con muchas funciones de nuestro sistema digestivo en general, pero nunca prestamos atención a una de sus tareas más importantes: proteger nuestra boca. Conozcamos un poco más acerca de este líquido y cada una de sus características.
La Saliva: El protector de nuestra boca
Este fluido proviene de las glándulas salivales, especialmente de las mayores las cuales dan origen a más del 90% del volumen total que habita en nuestro cuerpo, el cual tiende a rondar los 500 y 700ml en total, aunque en nuestra boca sólo haya 1ml.
La saliva es una secreción compuesta en su mayoría por agua, apenas sólo el 1% del resto está constituido por moléculas fundamentales, las cuales pueden ser orgánicas o inorgánicas.
La saliva se considera una especie de extensión de la sangre en nuestra boca, dado que es la que “alimenta” a nuestros dientes y los protege de muchas situaciones. En pocas palabras, parte del 1% que mencionábamos anteriormente está compuesto de enzimas necesarias para la digestión, tales como la alfa-amilasa y algunas proteínas ricas en prolina e histatina.
Además, suele encontrarse algunos iones como el Calcio y cualquier otra sustancia o medicamento que hayamos consumido. Por ejemplo, luego de tomar antibióticos -o incluso drogas- es posible hallar bajas concentraciones de estos en la saliva.
9 Funciones de la saliva
Hay dos condiciones importantes en la saliva, así como en gran parte de las cosas de nuestra vida, que debemos tomar en cuenta: cantidad y calidad. Ambos son necesarios para poder mantener el adecuado control de nuestra salud bucal. Las funciones principales de la saliva son:
- Lubricación: gracias a la mucina que se encuentra presente, así como la gran cantidad de agua que está en su estructura. Poca mucina o mayor contenido de soluto darían una saliva de mala calidad e ineficiente.
- Acción antimicrobiana: aparte de las proteínas, las enzimas y la mucina, la saliva también es rica en algunas inmunoglobulinas como la IgA, necesaria para el control de las infecciones.
- Mantenimiento de integridad de la mucosa: A través de la mucina, pero también de los electrolitos y el agua presente.
- Limpieza: Barre con gran cantidad de orgánicos que se acumulan, además de proteger la dentadura.
- El remineralizador: así es, los dientes obtienen su “dosis” de minerales a través de la saliva. Ya mencionamos antes que es como una extensión de la sangre en nuestra boca, es aquella en verdad capaz de cuidar nuestros dientes por fuera.
- Prepara la comida para ser ingerida: es la primera sección del bolo, donde se llena de agua y mucina para que baje fácilmente.
- Digestión: a través de las enzimas que hemos mencionado, así como otras más, que se encargan de dividir y seccionar los compuestos en los alimentos.
- Sabor: ¿ha notado que con la boca seca todo sabe diferente? No sólo se debe al agua en la saliva, sino también a algunas proteínas como la gustina.
- Fonación: parte del sistema vocal también tiene que ver con la saliva y sus características.
El Protector Bucal
Si bien hemos mencionado superficialmente sus funciones, dentro de la boca tiene varias cosas que la hacen especial; sin embargo, la más importante de todas es una: nos protege de las caries bucales. Expliquemos cómo logra este efecto.
Dilución y Eliminación de Azúcares
Este es el primer punto, y el clave, en la protección contra los microorganismos. Recordemos que la saliva ayuda a la digestión y eliminación de los carbohidratos a partir de las diversas enzimas que tiene. Esta es una función muy importante en el bolo que va descendiendo, pero también en los alimentos que se alojan en nuestros dientes.
El azúcar puede diluirse incluso cuando la concentración de saliva está cerca de los 0.8ml. Recordemos además que, durante la comida, la salivación aumenta bastante, por lo que el riesgo de caries disminuye aún más. Por último, es necesario recalcar que este es un efecto que perdura mientras existan altas concentraciones de carbohidratos en la boca, lo que lo hace ideal.
Efecto Tampón
Si bien la saliva tiene un rol importante en la reducción de los ácidos de la placa dental bacteriana, hay algunos compuestos considerados como “tampones fisiológicos”, como el bicarbonato, porque pueden modular el pH, una variante importante en el desarrollo de las patologías.
El control es fundamental dado que pH muy elevados (alcalinos) pueden promover la formación de bacterias, mientras que pH muy bajos (ácidos) promueven la degradación del esmalte.
El bicarbonato salival, en conjunto con otros compuestos como el fósforo, son los encargados de mantener este pH a raya y permitir que se resguarde la salud de nuestros dientes.